
Al crecer en una familia de habla hispana, presencié de primera mano las dificultades a las que se enfrentaban mis padres a la hora de administrar el dinero. Trabajaban duro, generalmente con dos o tres empleos solo para llegar a fin de mes, pero los conceptos financieros como ahorros, inversiones e interés no les eran familiares. El conocimiento sobre las finanzas no era un tema del que se hablara en casa, ni tampoco lo aprendíamos en la escuela. Mis padres, como muchos otros, hicieron lo mejor que pudieron, pero había una brecha clara en la comprensión de cómo usar eficazmente las herramientas financieras. Por desgracia, esta falta de educación financiera aún existe en la actualidad.
Una de las dificultades más significativas que enfrentamos es que las escuelas no enseñan competencias financieras básicas, lo que hace que los niños no estén preparados para tomar decisiones financieras en el mundo real. Esto es aún más evidente en los hogares en los que el inglés no es el idioma principal, lo que hace que sea incluso más difícil acceder a los recursos financieros, o comprenderlos. La buena noticia es que el conocimiento sobre las finanzas no tiene que provenir de la educación formal. Los padres pueden desempeñar un rol fundamental en la enseñanza sobre dinero a sus hijos, aun si no tienen una formación financiera o son propietarios de un negocio. Las situaciones cotidianas presentan oportunidades valiosas para impartir lecciones financieras.
Considere como ejemplo un viaje a la tienda de comestibles. Esta salida puede convertirse en una lección práctica sobre presupuesto, compras comparativas y la distinción entre necesidades y deseos. Muéstrele a su hijo cómo buscar ofertas, comparar precios y priorizar las necesidades por sobre los lujos. Estas decisiones pequeñas y cotidianas ayudan a moldear el enfoque que usarán los niños para gastar su propio dinero en el futuro. Es importante enseñarles a los niños que solo porque quieran algo no significa que lo necesiten, y que a veces es mejor ahorrar para una compra mayor en lugar de gastar de forma impulsiva.
Mientras crecía, mis padres me inculcaron el valor de trabajar duro y ganar mi propio dinero. Aunque tenían dificultades, me animaban a ayudar de cualquier forma en que yo pudiera, ya sea haciendo los quehaceres de la casa o trabajando en el restaurante. Aprendí rápidamente que ganar dinero no era sencillo, y eso me ayudó a comprender su valor. Pero no se detuvieron en enseñarme cómo ganarlo; también me animaron a ahorrar, gastar sabiamente y retribuir a nuestra comunidad. Aprendí a una edad temprana que una parte de lo que ganaba debía ir al diezmo de la iglesia y a nuestros parientes en casa.
Una de las lecciones financieras más importantes que los padres pueden enseñarles a sus hijos es el concepto de ahorrar. Abrir una cuenta de ahorros en un banco local es un excelente primer paso para ayudar a los niños a comprender cómo administrar el dinero. A través de los ahorros, los niños pueden aprender sobre el poder del interés compuesto, la gratificación retrasada y el establecimiento de metas financieras. Ya sea que se trate de ahorrar para un juguete nuevo o la educación universitaria futura, aprender a guardar dinero para las necesidades venideras es una capacidad valiosa que les será sumamente útil en sus vidas.
Además de ahorrar, es igual de importante enseñarles a los niños sobre las deudas y, más específicamente, cómo gestionarlas de forma responsable. Existe la idea equivocada de que las deudas son malas, pero esto no necesariamente es verdad. Mis padres, a pesar de sus dificultades, me enseñaron desde pequeña que las deudas podían ser una herramienta útil cuando se gestionaban de forma inteligente. A los 18 años, me alentaron a tener 2 tarjetas de crédito. Esta experiencia vino con una gran responsabilidad, pero también me proporcionó una invaluable lección sobre cómo usar ese crédito que, cuando se administraba correctamente, podía abrir puertas, como asegurar un préstamo o comprar una casa en el futuro.
En conclusión, si bien las escuelas no enseñan conocimientos sobre finanzas, los padres tienen el poder de cerrar esa brecha. A través de experiencias cotidianas, pueden ayudar a sus hijos a desarrollar habilidades esenciales para administrar el dinero. Ya sea comprando ofertas, ahorrando para una compra grande o aprendiendo a hacer un presupuesto, estas lecciones tempranas sentarán las bases para el éxito financiero en la adultez. Al equipar a los niños con un conjunto de habilidades financieras básicas, podemos empoderarlos para que naveguen el complejo mundo del dinero con confianza y sabiduría.