EE.UU. y Venezuela entran en su punto de mayor tensión en décadas tras el anuncio de “Operación Southern Spear”
Con el nuevo contingente, ya son 15.000 militares en la región —el mayor despliegue en décadas
Las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela aumentaron drásticamente esta semana luego de que el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, anunciara el jueves por la noche la puesta en marcha de la “Operación Southern Spear”, una nueva ofensiva militar que eleva el riesgo de confrontación directa en el hemisferio.
El anuncio se produjo apenas días después de que Washington enviara su portaaviones más grande y avanzado, el USS Gerald R. Ford, a aguas latinoamericanas, una decisión que llevó al gobierno de Nicolás Maduro a activar la movilización de sus fuerzas armadas y milicias en todo el territorio venezolano.
Con la llegada del USS Gerald R. Ford y su contingente, el número total de militares estadounidenses en el Caribe, Puerto Rico y los ocho buques ya presentes en la zona alcanza aproximadamente los 15.000 efectivos, constituyendo el mayor despliegue en América Latina en varias décadas.
El portaaviones, acompañado por destructores equipados con misiles Tomahawk, amplía la capacidad del Pentágono para atacar embarcaciones dedicadas al narcotráfico y, si llegara a considerarse, ejecutar golpes militares dentro de territorio venezolano, incluidos objetivos defensivos estratégicos.
La escalada coincide con informes de CBS News que señalan que altos mandos militares presentaron recientemente al presidente Donald Trump varias opciones de posibles ataques en Venezuela, aunque no se ha tomado una decisión final. El debate ha generado inquietud entre analistas de seguridad nacional, quienes advierten sobre un posible “desliz hacia un conflicto mayor” tras la designación de grupos criminales transnacionales como organizaciones terroristas.
Ante la presencia del portaaviones en aguas regionales, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, anunció el martes la activación de un estado de alerta máxima, calificando el movimiento estadounidense como un acto de agresión.
Según el comunicado oficial, Maduro ordenó desplegar 200.000 militares y poner en “máxima capacidad operativa” todo el arsenal del país, incluyendo fuerzas aéreas, navales, terrestres, fluviales y sistemas misilísticos.
El gobierno venezolano busca reforzar su narrativa internacional, presentándose como víctima de una intervención promovida por Washington, un mensaje que resuena entre sus aliados —Rusia, China, Irán y Cuba— y que recuerda el discurso antiimperialista de Hugo Chávez.
Las operaciones militares estadounidenses recientes han generado fricciones con aliados tradicionales. El Reino Unido habría suspendido temporalmente la colaboración de inteligencia relacionada con operaciones antidrogas, ante la preocupación de que los ataques estadounidenses puedan considerarse ilegales.
Colombia —socio histórico de EE.UU. en seguridad regional— también habría detenido el intercambio de inteligencia mientras continúen los bombardeos contra embarcaciones sospechosas. Aunque el gobierno colombiano calificó luego la situación como un “malentendido”, la relación entre Trump y el presidente Gustavo Petro se ha deteriorado notablemente en las últimas semanas.
Washington también mantiene bajo vigilancia la presencia iraní en Venezuela y los presuntos vínculos con Hezbollah, organización que ha operado históricamente en puntos estratégicos de Latinoamérica, incluido el archipiélago venezolano de Margarita.
Los últimos acontecimientos representan la mayor escalada militar y diplomática entre Washington y Caracas en años. El rumbo del conflicto dependerá de cómo avance la Operación Southern Spear en las próximas semanas y de las decisiones que tome el gobierno de Maduro.



